This is a Spanish translation of an extract of Hoppe’s In Defense of Extreme Rationalism: Thoughts on Donald McClosky’s The Rhetoric of Economics (1989). The full article translated by Juan Gamón can be found here.
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El racionalismo y los fundamentos de la economía
Este es un extracto del ensayo de Hans-Hermann Hoppe titulado originalmente «In Defense of Extreme Rationalism».
En la segunda parte de su crítica al empirismo-positivismo, los hermenéuticos fracasan al igual que fracasaron en la primera. Y es nuevamente el racionalismo filosófico —igualmente crítico con la hermenéutica y el empirismo— el que se reivindica. Sin embargo, McCloskey señala un punto más que vale la pena mencionar, al recordarnos que la hermenéutica moderna es una extensión de la disciplina de la interpretación de la Biblia.1 En línea con esta orientación tradicionalista, la defensa de la hermenéutica se reduce en última instancia a una apelación acrítica y una aceptación de la autoridad. McCloskey nos pide que abracemos el nuevo viejo credo porque ciertas autoridades nos dicen que lo hagamos. En su opinión, el empirismo no está equivocado como tal (de hecho, hubo un tiempo en que seguir el consejo empirista estaba bastante bien). Pero eso fue cuando todas las autoridades filosóficas se habían vendido al empirismo. Mientras tanto, el empirismo no goza del favor de los monarcas de la filosofía y solo los profesionales de la ciencia todavía se aferran a él (sin darse cuenta de que la moda ha cambiado). Ya es hora, pues, que cambiemos y sigamos a los nuevos marcadores de tendencia. McCloskey escribe: «El argumento que Hutchison, Samuelson, Friedman, Machlup y sus seguidores dieron para adoptar su metafísica era un argumento de autoridad, correcto en su momento, es decir, que eso era lo que los filósofos decían. La fe en la filosofía fue un error táctico, porque la filosofía en sí misma estaba cambiando mientras hablaban» (p. 12). Y lo mismo vale para la matematización de la economía. Alguna vez algo bueno; se convierte ahora en algo malo. Los vientos de la moda cambian y es mejor que estemos atentos a esto. «Los economistas antes de dar acogida a las matemáticas cayeron de cabeza (…) en confusiones que unas pocas matemáticas habrían aclarado». Imaginen que
no podían tener claro, por ejemplo, la diferencia entre el movimiento de toda una curva y el movimiento a lo largo de una curva… Pero ahora, tanto tiempo después de la victoria, uno se podría preguntar si la fe que la sustentó tiene aún una función social. Uno se podría preguntar si la estridente plática científica en economía, que fue útil al aportar claridad y rigor a dicho campo, ha mantenido su utilidad. (pp. 3-5)